Unos cuantos meses después de hacernos con las entradas, por fin llegó el día del concierto. Como era de esperar, las puertas del Palacio de los Deportes estaban llenas de groupies y no groupies deseosos de acceder.
The Strypes, esta joven banda que acompañará a Arctic Monkeys a lo largo de su gira, supo mantener al público espectante. Su estilo, una mezcla de Rock y Blues, evoca al pasado a quienes lo escuchan mientras se mueven al ritmo de una vieja armónica. Entre su setlist no se olvidaron de incluir las versiones de blues que les dieron en salto a la fama, como "Yo can't Jugge a Book by the Cover", además de sus propias creaciones.
Tras la gran actuación de The Strypes, y una (larga) espera con la pista iluminada por los focos del Palacio, un cambio en la música de fondo y de luces en el escenario y un estallido de gritos groupieros nos recordó a qué habíamos venido. Arctic Monkeys salió con fuerza y comenzí con "Do I Wanna Know", la primera canción de su último disco, y consiguió mover al público instantáneamente. Aunque predominaron nuevas canciones, no se olvidaron de dar un repaso por todos sus discos y tocaron grandes éxitos como "I Bet You Look Good on the Dancefloor", "Briamstorm" o "Brick by Brick".
Un (no tan) pequeño descanso llevó al cierre del concierto, donde nos sorprendieron con una versión acústica de "Mardi Bum". Y para rematar el éxito, se despidieron con una interpretación espectacular de "R U Mine?".
La principal estrella del espectáculo, Alex Turner, se ganó a todo el público con su postureo y un intento de hablar español e hizo un guiño al sector femenino recordándo que todas son sus novias (a mí (becaria al habla) me habría ganado si después hubiese empezado con Chica Cocodrilo al estilo David Summers...). A pesar de que cumplieron con las espectativas creadas, se echó en falta a Matt Helders demostrando porqué está entre los 10 mejores bateristas del mundo según la revista Q.
Foto: Miles Away
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