Resultó difícil llegar al
concierto de Madrid sin haber escuchado nada del concierto de la noche anterior
en Barcelona, sin haberse leído una sola crónica o una simple entrevista... pero
queríamos conservar la expectación y dejarnos sorprender.
Lo reconocemos, somos fans tardías de Wilco: Conocimos a la formación de Jeff Tweedy gracias a la gente que insistió
que dedicáramos un rato a The Whole Love,
hace ya casi un año. A pesar de eso, hemos tenido tiempo para profundizar en la
trayectoria de la banda y escuchar y re-escuchar algunos de sus discos
anteriores… y a decidir que no podíamos dejar pasar la oportunidad de un
concierto.
Los martes no son días muy
concierteros. Siempre he pensado que son el peor día de la semana así que la energía
con la que fuimos quizás no era la más idónea pero eso no quitó que pasáramos
una buena noche.
A las diez menos
diez, la banda hizo aparición en un escenario lleno de lámparas que más
adelante darían para unos juegos de luces acordes a la potencia o calma de cada
tema. Aparecieron y empezaron fuerte; Ashes of American flags y Art of almost inaguraron los primeros 10
minutos en los que quedó claro, por si alguien lo dudaba, lo que sería la tónica del concierto: saben
tocar la guitarra, hacer virguerías con ella y les gusta. También les gusta la
psicodelia sonora y el ruido, así que las letras adquieren un lugar secundario y
si Nels Cline se marca un momento guitarrero ( respaldado por otras tres
guitarras también en apogeo de inspiración), el público admira, escucha y
cuando termine… ya respirará.
Mr. Tweedy estuvo hablador e interactuó con el público
pidiéndonos que les explicásemos lo que ponía en los carteles de algunos
seguidores y haciendo referencias al hecho de estar tocando en lo que al fin y
al cabo es una plaza de Toros (Palacio de Vistalegre), cosa que parecía hacerle
gracia y le hizo preguntarnos si el toro era él o nosotros.
En cuanto al público, fue animándose conforme avanzaba la noche (¿o las cervezas?) llegando a contestar a las bromas del cantante y… finalmente dando palmas y haciendo algo más que mover la cabeza al ritmo de las melodías. Quizás nos costó superar la intensidad del principio o los momentos de maestría instrumental que presenciábamos.
Para despedirse, ya cercanos a la hora de la cenicienta, terminaron como empezaron, disfrutando sobre el escenario, rozando la improvisación y todo esto animado por el batería Glenn Kotche recorriendo el escenario.
En conclusión, un concierto más que correcto, con dos
bises, más allá de las 2 horas y un grupo entregado. ¿La pena? Que Vistalegre
no invita nada a meterse en ambiente (y tampoco ayuda nada a poder salir rápido
de allí).
La verdad, es que de Wilco no nos atrevemos a decir mucho
más. Son palabras mayores.
Pd: Al ser día de diario no tuvimos oportunidad de llegar a escuchar a The Hazel Janes, teloneros de honor de este evento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario